La música tiene más fuerza sobre nosotros de lo que pensamos, así como que la reacción de una persona o de un animal es detenerse a escuchar la música, ya que la mayoría de los seres vivos somos sensibles a los sonidos rítmicos.
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Esto queda demostrado por científicos y médicos, la música disminuye el estrés, además de calmar el dolor y mejorar la inmunidad de nuestro cuerpo.
“Quien canta su mal espanta”
Precisamente las relaciones entre música y bienestar se han convertido en una novedosa fuente de investigaciones. Se está estudiando utilizar la musicoterapia en todas las edades y en variadas enfermedades conocidas, como autismo, niños con problemas de conducta, Parkinson, Alzheimer, en enfermos sometidos a quimioterapia, etc.
Estos estudios demuestran que la música ayuda a ganar control sobre el ritmo de caminar, estimula la memoria, incrementa la autoestima, ayuda a formar nuevas relaciones sociales,...
Factores que aunque no creamos que sirven de mucho, pueden llegar a mejorar el estado de personas con problemas.
Es tan fácil como asomarse a la ventana y, ahora que ya es primavera, agudizar un poco el oído y escuchar a los pájaros cantar o dar un abrazo a alguien y escuchar el ritmo de su corazón.
Diariamente vivimos rodeados de música; caminando por la calle podemos encontrarnos miles de sonidos diferentes que en ocasiones forman una perfecta sinfonía.
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