jueves, 31 de enero de 2013

Recuerdos olvidados dentro de un cajón

Cada día, cuando voy al instituto a las 8:20, veo como unos asistentes recogen a mi vecina para cuidarla durante la mañana porque sus familiares trabajan y no pueden ocuparse de ella. Al principio, le gustaba ir con ellos y se le veía muy feliz pese a su enfermedad. Ahora ni siquiera sabe que vienen a recogerla cada mañana. Padece la enfermedad de Alzheimer.

Al día de hoy, por desgracia, esta enfermedad está apareciendo cada vez más. Es triste ver como un conocido, poco a poco, va perdiendo todos sus recuerdos. No solo conozco a mi vecina con esta enfermedad, mi abuela paterna, también la padece desde hace 7 años.

Para que os hagáis una idea de cómo es esta enfermedad, he realizado una entrevista a mi padre que conoce directamente lo que supone tener un enfermo de Alzheimer en casa.

P. ¿Cómo definirías con tus palabras la enfermedad de Alzheimer?
R. Es una enfermedad mental que afecta fundamentalmente a la memoria, al lenguaje y a la movilidad. En cada enfermo evoluciona de manera diferente. A mi madre le ha afectado más a la memoria y al lenguaje y menos a la movilidad.

P. ¿Cómo detectásteis esta enfermedad?
R. Lo primero que observamos fue que con mucha frecuencia no encontraba las llaves de la casa, el bolso y también el monedero. Siempre resultaba que lo había guardado y no recordaba donde. También se quejaba continuamente de que "alguien" le escondía o le quitaba sus cosas o que se las cambiaban de sitio. Hasta que llegó un momento en el que decidimos llevarla al médico fundamentalmente por el tema de la memoria.

P. Una vez que la enfermedad es detectada, ¿cómo se le desarrolla en el tiempo?
R. Ha tenido varias fases. Al principio se comportaba de manera agresiva y violenta porque no se dejaba "ayudar" en la limpieza de la casa, en su higiene personal y fundamentalmente en la preparación de comidas. Además, en la cocina suponía un alto riesgo ya que pensaba que era autosuficiente. No era consciente de los riesgos que corría al manipular la cocina de gas.  Mezclaba con frecuencia leche con aceite, no aceptaba la comida que le preparábamos y, a veces la tiraba a la basura cuando se daba cuenta de que no la había preparado ella. En esta misma fase se negaba a abandonar su domicilio porque de alguna manera conocía sus limitaciones y ya no sabía volver a su propia casa.
Así, poco a poco, su enfermedad fue evolucionando de manera progresiva hasta que no reconoce, ni a sus propios hijos, nietos,... Sin embargo, en algunas ocasiones recordaba acontecimientos o personas relacionadas con su época de la infancia o juventud.
Ahora está en una fase en la que ya no es agresiva, se deja cuidar, y está mucho más dependiente. Hay que enseñarle continuamente a realizar cosas tan simples como lavarse los dientes o como tragar una pastilla, haciéndole ver como se hace con gestos. Además, hay que tener la precaución de llevarla al baño con relativa frecuencia porque no es consciente de su necesidad. En cuanto a las comidas, nunca manifiesta su apetito y en muchas ocasiones cuando termina de comer pregunta: "¿En esta casa cuando se come?"

P. ¿Qué te resulta más difícil de esta enfermedad?
R. Lo más difícil para mi es aceptar que la persona que he me ha me ha criado, mi madre, no me reconoce como hijo. No sabe quienes somos ni tampoco quien es ella.

P. ¿Piensas que en algún momento la abuela ha sido consciente de su enfermedad?
R. Quizá al principio se sentía desconcertada porque no sabía explicar lo que le pasaba, pero en general pienso que nunca ha sido consciente. Es una enfermedad muy dura y sufre más la familia que el propio enfermo ya que este no es consciente de su propia enfermedad.

P. Y por último, ¿te gustaría añadir algo más?
R. En ocasiones parece que "conecta" con la realidad y nos sorprende con observaciones o manifestaciones propias de una mente clara. En una ocasión, yo llevaba un coche que ella no había visto antes y me dijo: "¿coche nuevo?".
A pesar de todo mantengo la esperanza de que vuelva en cualquier momento.
Por otra parte, considero importante la obligación de cuidarla y me queda la tranquilidad de que al menos la veo feliz.

En toda la entrevista, mi abuela ha estado presente pero no se ha dado cuenta de que estábamos hablando de ella. Sin embargo de vez en cuando nos miraba y sonreía.

En algún lugar de su interior pienso que ella todavía nos recuerda.

www.bancoderecuerdos.es

Y para finalizar, quiero darle las gracias a mi padre por participar en el blog y a todos vosotros por leernos.
Hasta la próxima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario